Entrevista a Sofía Ros «Seguiré en Escocia”

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Rodeada de jardines en el corazón del West End de Edimburgo, cerca de la estación de tren de Haymarket, se encuentra Coates Hall. Diseñada originalmente en 1850 como una pequeña casa señorial. En 1891 el edificio fue adquirido por la Iglesia Episcopal de Escocia para su uso como Colegio Teológico de Edimburgo, agregando una capilla gótica tardía. En 1995 fue adquirida por la Escuela de Música St. Mary’s, y la capilla gótica, con sus espectaculares vidrieras están retratados los primeros santos escoceses, se convirtió en una sala de conciertos.

 St. Mary’s Music School ofrece en un entorno inspirador, inclusivo y de apoyo para el estudio de la música y educación académica para alumnos dotados musicalmente de entre 9 y 19 años. Para acceder a una de las 80 plazas (mixtas) de las que dispone el centro, los aspirantes tienen que pasar una exigente audición musical.

En este exclusivo colegio, y tras hacerse acreedora por su sensibilidad musical a una de las becas que concede el Gobierno Escoces, es donde la jugadora cántabra de golf, Sofía Ros González (Tenerife 2002), ha realizados sus estudios musicales de primer nivel junto con los de bachiller.

 

P: Este era tu último año en la St. Mary’s Music School y ni siquiera has podido celebrar la fiesta de fin de curso por el Covid-19.

R: Si, eso dolió, sobre todo a los de último año. La fiesta de fin de curso es del estilo de las que se celebran en los colegios de Cantabria, alegre, ruidosa, con muchas bromas y que sirve, de alguna manera, para despediste de los compañeros a los que quizás no vuelvas a ver más.

P: ¿En qué momento te enteras que el centro pone punto final a las clases presenciales por causa de la pandemia?

R: A mi regreso de las vacaciones navideñas nada hacía pensar que pudiera suceder. En febrero, mis padres me contaron como estaba la situación en España. Nadie en Edimburgo hablaba del tema. No saltó la alarma hasta primeros días de marzo.

P: ¿Te dio tiempo a finalizar los exámenes del 3º trimestre?

R: No, la resolución del cierre fue tajante.

P: ¿Y las notas finales?

R: El claustro decidió que las notas finales saldrían de la valoración media de los trabajos presentados a lo largo de los tres trimestres, a lo que habría que sumar la opinión de los profesores sobre la actitud, dominio del instrumento e implicación de cada alumno.

P: Me imagino, por lo tranquila que hablas sobre el tema, que tus notas finales serán positivas.

R: Sí, no tengo ninguna duda (se ríe). Ya me han filtrado el resultado final.

P: Enhorabuena ¿Tuviste algún problema para volver a España?

R: Ninguno. Todo salió bien y el 14 de marzo estaba de vuelta a casa.

P: ¿Cómo ves desde la distancia en el tiempo tu ingreso en la escuela allá por agosto del 2016?

R: No fue fácil, el idioma fue un obstáculo a superar, hasta que no coges el punto para defenderte dignamente se pasa mal. Aunque lo peor, con mucho, las comidas. Menos mal que lleve cosas de casa y como prácticamente cada mes y medio volvía a Santander por unos días, cargaba la maleta.

P: ¿Te adaptaste bien al régimen de internado del colegio?

R: En eso no tuve problema. Me toco compartir habitación con Audrey, que es natural de un pueblecito cercano a Edimburgo, con la que congenié prácticamente al instante y eso, quieras que no, sirve de mucho, te hace sentirte cómoda y acompañada. Además, dentro de un orden, el régimen del internado es flexible, no agobia.

P: ¿Que tal con los horarios de clase?

R: Bien, han sido prácticamente iguales durante estos tres años. Van de 08.30 a 17.00 con una parada a las 13.00 h para la comida.

P: Teniendo en cuenta la filosofía musical de la escuela, imagino que la música abarcaría el mayor tiempo de las horas escolares.

R: Claro. El colegio tiene esa preferencia, alternamos durante la semana las clases de armonía, solfeo, teoría e historia de la música, música de cámara, coro y orquesta como asignaturas preferentes, aparte las clases individuales de instrumento a lo que hay que sumar un concierto por semana.

P: Como para aburrirte ¿Te queda tiempo para el bachiller?

R: Sí (se ríe). Aunque también en esto la escuela es un poco diferente, porque, además de las materias que se dan en cualquier instituto, aquí se insiste mucho en los idiomas. Durante estos tres años, he tenido clases de italiano, alemán y francés.

 

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P: ¿Cuál es tu instrumento?

R: Trabajo tres: acordeón, violín y piano

P: ¿Porque el acordeón?

R: Es una tradición familiar. Lo tocaba mi abuelo materno, luego mi madre y ahora yo. Es mi instrumento favorito. Lógicamente, el aprendizaje está enfocado en la música clásica. El acordeón es instrumento preferencial en la St. Mary’s Music School. También me gusta el violín. El piano lo estudio para tener una base más amplia.

P: Me dejas asustado. Hay que saber aprovechar muy bien el tiempo para estudiar tantas materias.

R: (Se ríe). El clima ayuda mucho. De octubre a marzo, a partir de las cuatro de la tarde ya es de noche, encima, muchos días, a parte de frio, llueve, así que aprovecho para ensayar, que es lo que hacen casi todos. Tocar es lo que más me gusta.

P: ¿Has participado en algún concierto fuera de los programados por la escuela?

R: Sí. El colegio tiene muchos compromisos, así que actuamos tanto en Escocia como en Gales y en distintas localidades de Inglaterra. También hemos participado en conciertos y concursos en Alemania, Italia y España. El Covid nos impidió asistir a los concursos programados en Suiza y Serbia.

P: ¿No echas de menos el golf?

R: Claro, ¿cómo no lo voy a echar de menos?

P: No sé si sabrás que, en escocia se creó allá por el 1744 la Honourable Company of Edinburgh Golfers que pasa por ser la primera asociación de golf del mundo.

R: Pues no, pero a 88 kilómetros de Edimburgo está el histórico campo de Saint Andrews. En un par de ocasiones estuve a punto de hacerle una visita, pero cambios de última hora con los conciertos programados me lo impidieron. La tengo pendiente.

P: ¿Sabes si hay más alumnos que jueguen al golf?

R: Solamente el director del centro y yo

P: Siempre está bien tener cosas en común con el director. Tendrás síndrome de abstinencia golfística.

R: (Se ríe) Ahora que estoy en casa y con tiempo libre tengo a quinientos metros el campo de Mataleñas cerrado ¡Cómo para no tener algo de mono! Después de la música, el golf es mi gran afición. Siempre disfrute de él, unas veces jugué mejor otras peor, pero disfruté muchísimo en los torneos del Club de Golf Mataleñas, en los campeonatos regionales y representando a la Federación. Además, nos juntamos un grupo estupendo de compañeros que, a pesar de la competición, no perdían de vista las risas, las bromas, había muy buen ambiente y armonía entre nosotros.

P: En casa y sin golf… ¿Cómo pasas el confinamiento?

R: Aunque no cuentan para el cómputo final, sigo tomando clases online o por zoom. No es lo mismo, sobre todo en el estudio del instrumento, pero es lo que hay. También aprovecho para hablar prácticamente a diario por Skype con mi compañera Audrey.

P: ¿Qué expectativas tienes de cara al próximo curso?

R: No me marcho de Escocia, me trasladado a Glasgow para estudiar en el Royal Conservatory of Scotland los cuatro años que dura el Bachelor of Music Classical Accordion, en la especialización Performance.

 

Ahí es nada. Sofía se queda en Escocia con unos planes emocionantes para el futuro. Además, Santander no le queda muy lejos y Saint Andrews todavía un poco más cerca. Muchísima suerte.

Entrevista de: Tomás Blanco Álvarez